POR VIDAL MARIO : India,intimidades de un coloso de dos caras
Agradezco a quien desde Barcelona (España), me envió un grato recuerdo fotográfico de mi estadía en Rajasthán (India).
Esto fue en el 2019, en ocasión de la presentación de mi libro Nuevos Secretos de la Historia en Jaipur, capital de ese estado limítrofe con Pakistán.
Esa presentación se hizo en el hotel “Marigold”, y estuvo a cargo del historiador local Avinash Saini, quien hoy, en la misma ciudad, dirige una escuela dedicada a la enseñanza del idioma español.
A decir verdad, la foto con la que que ahora acompaño este artículo fue tomada en Delhi, capital de la India. Más precisamente, en el sitio conocido como Rag Chat, campo crematorio de los antiguos reyes ubicado a orillas del rio Jumna.
En este lugar, el 12 de febrero de 1948 se levantó la pira funeraria que convirtió en cenizas los restos del Mahatma Gandi.
Como sea, la foto me ha animado a señalar las siguientes intimidades de ese coloso de dos caras que se llama India.
Radiografía de un gigante
India es el segundo país más poblado del mundo. Territorialmente es tan extenso que, más que un país, parece un subcontinente.
Sobre su suelo caminan casi 1.400 millones de habitantes divididos en castas que se comunican en 1.600 dialectos y 19 idiomas oficiales, entre ellos el indi y el inglés.
No conocen la existencia de los santos, pero adoran a miles de dioses, de los cuales los principales son Brahma y su esposa Sarasveti, Vishnú, Shiva, y la esposa de éste, Parvatti.
El cristianismo es minoría absoluta. Sólo hay 28 millones de cristianos divididos en católicos y protestantes. Sin embargo, hay más iglesias cristianas que en toda Italia.
Tras hacer escala en Abu Dhabi, capital de Arabia Saudita, el viajero después sigue viaje a la capital india, la cual está dividida en Vieja Delhi y Nueva Delhi.
Como todas las demás grandes ciudades indias, Delhi es la personificación misma del caos. Hay calles donde sólo se puede transitar en moto o caminando, y las vacas sagradas y los monos caminan con la gente como si fueran apreciables ciudadanos.
Los orígenes de esta antiquísima ciudad se pierden en la leyenda. Fue asiento de numerosas dinastías hindúes y musulmanas. Incluso los mogoles, que gobernaron la India durante mucho tiempo, la tuvieron como capital de su imperio.
Las herencias de cada una de estas dinastías se ven por todas partes en la forma de templos, mezquitas, fortalezas y palacios de total y absoluta belleza.
Una de esas herencias es el Gurdwara Bengla Jahib, el principal templo de la religión sikh, en Delhi. Hecho totalmente de mármol, su estructura es visible desde lejos por su cúpula dorada.
Tiene un enorme pozo, y los sikh de todo el mundo vienen allí a buscar agua por considerar que tiene propiedad curativa, según una tradición que data de 1644.
Éste templo que antaño era un palacio y que ahora es un centro de peregrinación no solamente para los sikh de todo el mundo sino también para los hindúes, es una síntesis perfecta del brutal contraste que es éste inmenso país.
Diariamente, más de veinte mil indigentes van a comer gratis en ese lugar sagrado que por dentro está cubierto de oro.
Pobre millonario
La India es como una gigantesca moneda de dos caras perfectamente visibles. Una de las caras es decididamente hermosa; la otra, definitivamente horrible.
Lidera con Nigeria la lista de países con mayor cantidad de gente en situación de extrema pobreza del mundo.
Más de 236 millones de indios viven con menos de 40 centavos de dólar al día.
Por ello, a un viajero no le extraña que lo hagan sentir como rehén en los hoteles donde se aloje.
No puede salir hasta que vengan a buscarlo. Si sale, afuera será abordado por una nube de desesperados mendigos que también desesperadamente le pedirán una moneda.
Los pobres más pobres entre esos pobres pertenecen a la casta de los “intocables”.
Viven en la inmundicia y tan expuestos a abusos que se dictó una Ley de Atrocidades Contra Castas y Tribus para protegerlos de las castas superiores y de la clase política.
El sistema de castas tiene raíces tan profundas que aunque la nueva Constitución lo prohíbe sigue vivo y coleando (como los matrimonios arreglados) por toda India. El hindú nace, crece y muere perteneciendo a una casta.
Podría definirse a la India como uno de los países más ricos del mundo. De hecho, tiene el potencial necesario para convertirse en un influyente poder mundial.
Éste gran país acredita indudables logros económicos, tiene bomba nuclear, participa de la carrera espacial a Marte y ocupa el tercer lugar de billonarios del mundo. Allí viven tres de los hombres más ricos del planeta, frente a cuyas riquezas la riqueza del maharajá que construyó el Taj Mahal no era nada.
Es un país millonario. Pero su sociedad es pobre, sucia, aberrante, desastrosa, superpoblada, violenta, atrasada ignorante y analfabeta. Todo eso juntos y de una sola vez.
La paz de los pobres
El infierno en la tierra sí existe, y es la pobreza extrema de países como la India.
El que reniega de su país –el país que sea- debería dar gracias a Dios por no haber nacido en la India.
Una India que no cambiará mientras primero no cambie su gente, bloqueada por sus tradiciones, costumbres y religiones manejadas a conveniencia de unos pocos.
En un país sin planes sociales, donde el rico no ayuda a su prójimo por considerarlo inferior y donde el 60 por ciento de las personas defecan al aire libre porque no tienen baño donde hacerlo, hay algo que llama la atención: la paz de los pobres.
El indio pobre irradia una sorprendente paz interior. No despotrica contra el rico ni le echa la culpa de su pobreza al gobierno. Se reconoce como culpable a sí mismo.
La creencia en la reencarnación y el karma forman parte intrínseca e inseparable de su cultura.
Todos están firmemente convencidos de que su pobreza no es otra cosa que la consecuencia directa de malas acciones que han cometido en su vida pasada.
Consecuentemente, para ellos portarse bien en ésta vida y no causar daño a nadie es una inversión a futuro que les permitirá una mejor vida en la próxima vida.
No es de extrañar, por ello, que el índice de criminalidad en éste país sea tan bajo.
Todo lo relatado, y mucho más, es la India.
El viajero encuentra allí bellezas como la ciudad de Jaipur, la puerta de entrada al estado de Rajasthán, cuyos antiguos edificios están totalmnte pintados de rosa.
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