CORRIENTES : Crean un banco de germoplasma para conservar la biodiversidad de cultivos del NEA
Con la mirada puesta en la conservación de la biodiversidad, desde diciembre último Corrientes cuenta con el Banco de Germoplasma de Especies Tropicales y Subtropicales (Bgctes), un sitio de preservación de material biológico que alberga las colecciones de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y del Instituto de Botánica del Nordeste (Ibone), el cual es de doble dependencia, UNNE y Conicet.
La diversidad de las familias vegetales y el trabajo mancomunado de dos instituciones hacen que este Banco sea de características únicas en la región.
«En primer lugar son dos instituciones diferentes que aúnan esfuerzos en pos de la conservación de la biodiversidad y en cuanto al material conservado es muy diverso, es decir, familias de vegetales muy diferentes, a lo que seguramente iremos incorporando nuevos materiales a la colección, lo cual incrementará la diversidad ya existente», remarcó Graciela Lavia, doctora en Ciencias Biológicas e investigadora del Conicet en el Ibone.
Y continuó: “Su objetivo final es lograr la conservación de la biodiversidad a corto, mediano o largo plazo, evitando la pérdida de la diversidad genética causada por factores ambientales, físicos, biológicos, o como consecuencia de las actividades humanas” manifestó en diálogo con Télam-Confiar.
“En nuestro banco actualmente hay material principalmente de la provincia de Corrientes, pero también existen de otras provincias que han sido recolectados con los permisos correspondientes, porque cada provincia tiene derechos sobre sus recursos genéticos”, aclaró la científica, especialista en recursos genéticos.
Respecto al proceso de colección y conservación del germoplasma de especies vegetales, Lavia hizo hincapié en el secado y el acondicionamiento estrictamente hermético para garantizar que las semillas se conserven viables por más tiempo. “Cada grupo de vegetales conservados en nuestro banco tiene su metodología particular para la colección y conservación de los materiales”, señaló.
Graciela Lavia, doctora en Ciencias Biológicas e investigadora del Conicet en el Ibone / Foto: German Pomar.
“La forma más frecuente en la que se conserva el germoplasma es en forma de semillas refrigeradas. Para que se conserven el mayor tiempo posible luego de coleccionarlas hay que secarlas adecuadamente. Todas las semillas tienen un porcentaje de agua en su constitución que conviene reducir al mínimo sin perder la viabilidad de la misma. Es decir, menos cantidad de agua tiene la semilla, mayor el plazo de conservación”, explicó.
Cuando termina el proceso de secado se acondiciona para la conservación y en general se hace en envases lo más herméticos posibles como sobres de aluminio trilaminados, frascos de vidrio con tapas herméticas, para evitar la rehidratación del material. Y dependiendo del material la conservación es a 5°C, o sea, la temperatura de una heladera de uso doméstico. Otras pueden ser conservadas en un freezer, a – 20°C”.
Y continuó: “Las semillas no son todas iguales difieren tanto en morfología como en fisiología. Lo ideal es realizar una evaluación del material a conservar para ver las condiciones óptimas, es decir, condiciones para conservar la semilla a mayor plazo conservando la viabilidad de las mismas, de tal forma que, por ejemplo si el tiempo máximo de conservación de una semilla es de cinco años, cuando pasen esos años y coloquemos a germinar esas semillas obtengamos un elevado porcentaje de plantas normales iguales a la original”, definió.
El Banco de Germoplasma reúne ejemplares recolectados desde hace varias décadas atrás, son más de 800 introducciones en colecciones de semillas, colección viva en invernáculos, a campo y en condiciones in vitro. Cuenta con géneros de vegetales de diversas familias, por lo que se trata de material valioso para la diversidad botánica y para la conservación de especies de importancia provincial, regional, nacional y mundial. “Son 800 entradas que representan alrededor de 150 especies diferentes”, remarca Lavia.
Entre las especies que se conservan en el Bgctes se encuentran especies silvestres y cultivadas de los géneros de leguminosas: Arachis y Stylosanthes; gramíneas: Paspalum, Andropogon; variedades de mandiocas (Manihot esculenta), aguaí (Chrysophyllum gonocarpum) y orquídeas.
Pero el de Corrientes no es el único: Lavia detalló que “existen muchos bancos de germoplasma en el país, alrededor de 20 pertenecen al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), y funcionan en las distintas estaciones experimentales del país y se dedican especialmente a cultivos y sus especies silvestres emparentadas. Además en muchas universidades y centros de investigación de Conicet y otros organismos públicos (nacionales, provinciales y municipales) funcionan bancos de germoplasma focalizados más en las plantas nativas del país”.
La investigadora marcó la importancia de desarrollar este tipo de propuestas ante las constantes amenazas que sufre la flora. “Este proyecto permite conservar las especies ante numerosas amenazas, como la degradación de los hábitats naturales, los cambios ambientales, la contaminación, la expansión de la frontera agropecuaria, y -particularmente en nuestra región- las sequías prolongadas o los incendios” reflexionó.
Asimismo, destacó el espíritu de intercambio de materiales con otras instituciones “siempre dentro de los marcos formales que son requeridos”.
De la comisión de redacción del reglamento del Bgctes también participaron otros especialistas del Conicet y de la UNNE, como Ricardo Medina, Andrea Brugnoli, María Hidalgo, María Laura Pérez, Paula Alayón Luaces y Alejandra Ortiz.
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